Camino de Santiago Km. 73

Servir al peregrino calmando la sed de su garganta y la de su alma.

miércoles, 21 de abril de 2010

Empieza la cuenta atrás

Estamos a tres semanas de desempolvar las pareres, techos, muebles... de La Fuente y por supuesto "nominar" de la casa a ratones, arañas y demás okupas invernales. El 13 de mayo tenemos previsto comenzar una vez más nuestra andadura por tierras gallegas. Este año estamos poniendo todo nuestro esfuerzo y cariño para ofrecer una Fuente del Perigrino más especial si cabe, con nuevos materiales, nuevas dinaminas durante las cenas y un nuevo espacio también frente a la casa "O Camiño do Alma", un lugar para la reflexión sobre nuestro propio camino de la vida.

Transmitimos nuestro ánimo y tambien queremos transmitir nuestra necesidad: Necesitamos hospitaleros del siglo XXI que quieran compartir la hospitalidad y amor por el peregrino de los antiguos hospiteros de hace 500 años, cuando no existian las flechas amarillas y los caminantes jacobeos se guiaban por los cruceiros, las linternas de las iglesias y las estrellas.

Necesitamos estos valientes hospitaleros para las semanas del 16 al 23 de mayo y del 30 de mayo al 6 de junio.

Considera esta opción y ayudanos un año más a ser como esos cruceiros medievales que indicaban el Camino a los pergrinos perdidos.

jueves, 15 de abril de 2010

22 de junio 2009

"A lo largo de mi camino me sucedieron cosas excepcionales, pero ayer pedí ayuda a Dios y me trajo hasta aquí, donde fui recibido y cuidado por personas encantadoras, fuí escuchado y mimado; y por primera vez en mi vida alguien pidió a Dios por mi; algo que llenó de gozo mi cuerpo y mi alma. Estoy cerca del final de mi camino, pero sé que Dios me tiene reservado algo especial. Ojalá sea poderme dedicar a la gente como estos hospitaleros han dedicado su tiempo para mi. Gracias, gracias, gracias"
Luis

lunes, 5 de abril de 2010

La casa


Era una casa bonita. Tenía una valla de pizarra alrededor. La fachada de piedra contrastaba con el verde irreal de la hiedra que la abrazaba. Bajo un arco desgastado por el tiempo estaba la puerta, custodiada por dos ortensias preñadas de flores. Colgando de la vieja madera esperaba una aldaba en forma de concha, miré alrededor pero no encontré el timbre. Acaricié aquella vieira oxidada y entonces la puerta se abrió lentamente. Dentro todo estaba en penumbra, eso acentuaba la invitación. Dí un paso hacia el interior y en ese instante comenzó mi camino.